Jueves, 29 de octubre de 2015
Cuando el año pasado me dijeron que tenía una pequeña posibilidad de venir a Suecia de Erasmus dos meses no tenía ninguna esperanza en venir. Ahora que estoy aquí creo que al cabo de más o menos 17 días lo voy asimilando. Pero ahora me viene una posibilidad más, tengo la oportunidad de ir a visitar la gran capital de Finlandia, Helsinki. Y eso si que todavía no me lo creo.
Me levanté medio "shockeado", con una conmoción bastante importante. Eran las ocho de la mañana (no tenía porqué madrugar, pero no pude dormir más), bajé a desayunar (no desayuné casi nada, no pude desayunar), y me vestí la ropa que había preparado el día anterior. Estuve un rato hablando con mis amigos y luego cogí la maleta y la mochila y bajé. Me invitaron a un café (realmente necesario) y a unas galletas. Cogí la maleta, la metí en el coche del vecino y arrancamos dirección parada de bus. Cogí dos buses y llegue a Estocolmo. Estuve esperando por Saúl y la familia de Amy (correspondiente de Saúl) como diez interminables minutos y al fin llegaron.
Cuando llegamos al puerto cogimos los billetes y tuvimos que esperar unos 60 minutos, estos si que inacabables, para subir al ferry.
Cuando ya por fin subimos al ferry estuvimos dando vueltas y viendo más que nada los pasatiempos que había en el ferry, entre ellos un casino/escenario para orquestas y espectáculos, tiendas de ropa y electrónica y un tax free (supermercado libre de impuestos). Después de un rato bajamos a cenar al buffet (me llené de comida, no había comido nada en todo el día) y luego nos fuimos a acostar, porque la franja horaria de Finlandia es una hora más, es decir, cuando son las dos pasan a ser las tres, con lo que dormiríamos una hora menos. Además para tomar el desayuno en el buffet tenías que madrugar, y como venía incluido con el ticket, pues madrugamos.
Viernes, 30 de octubre de 2015
¿Sabes esa sensación de mareo cuando estás tumbado o sentado y de repente te levantas muy rápido? Pues la tuve yo toda la noche.
El barco no paró el motor por la noche, como es obvio, con lo que había un ligero tembleque que hacía la acción de dormir una misión imposible. No dormí nada en toda la noche, con lo que me dio tiempo a reflexionar muchas cosas, como por ejemplo si sentía algo diferente por estar en un país nuevo, y saqué la conclusión de que te sientes la misma persona excepto por una cosa, todo te sabe a mucho. Y con esto quiero decir que todo (o casi todo) es nuevo, pues no paras de sorprenderte y al final te sientes como si supieses más, te cambia el modo de ver las cosas, e incluso empatizas con algo o alguien que a lo mejor te resultaba imposible de creer. Y sobre todo te abre realmente los ojos.
Me "desperté" (levanté de la cama) a eso de las ocho hora finlandesa, y me duché en la reducida ducha del camarote. Bajamos a desayunar al buffet (me di cuenta que adoro los buffets) y nos llenamos de bollos y café. Después Saúl y yo estuvimos en una cafetería del ferry tomando otro café esperando a llegar de una vez a Helsinki.
Y a eso de las nueve y media llegamos por fin. Bajamos del ferry y fuimos directos a ver el centro de información con la familia. Nos recomendaron coger un bus turístico que diese un rodeo por la ciudad ya que es la forma más rápida de ver los sitios más importantes en el poco tiempo que teníamos. También cogimos un mapa y preguntamos por sitios y calles por los que ir a comprar para la familia sueca, pues ya había ido a Helsinki más de una vez.
Salimos del centro turístico y fuimos en busca de la estación de autobuses, la cual no encontramos, y nos tuvimos que conformar con coger un tranvía que daba un rodeo por la ciudad para ver los sitios a los que elegiríamos ir. Después de un tiempo en el tranvía (a eso de las once de la mañana) bajamos para comer a un italiano, donde nos llenamos de pasta. Cuando acabamos nos despedimos de la familia y fuimos Saúl y yo andando, mapa en mano, por las calles de Helsinki, viendo los edificios más importantes y que consideramos demasiado bonitos.
Fue un paseo de más o menos dos horas, pero como queríamos ver tanto no nos llegaba el tiempo, con lo que aceleramos mucho el paso. Con este cambio nos dio tiempo a dar un buen rodeo a Helsinki (las zonas que nos parecieron más importantes, obviamente nos quedó mucho por ver, con lo que tengo citado alg
ún día otro viaje a esta gran ciudad). Vimos muchas cosas, entre ellas la catedral, la biblioteca, el jardín botánico, la estación y más edificios impresionantes a los cuales saqué fotografías sin parar.
Al final llegamos al punto de partida y quedaba media hora para la hora en la que habíamos acordado quedar en el ferry, con lo que decidimos descansar un poco, pues el paseo había sido demasiado largo e intenso. Entramos en un sitio muy bonito y nos tomamos cada uno un buen café con leche.
Llegamos al barco y fuimos directos al spa a relajarnos un poco. Estuvimos una hora y media a remojo entre la sauna y el jacuzzi. Después ya cenamos, pero no en el buffet, ya que el ticket solo incluía tres comidas y decidimos dejarla para el desayuno. Luego fuimos al escenario donde había una orquesta y donde nos tomamos una bebida de sirope de limón y de fresa muy buena.
Para acabar nos fuimos al camarote para acostarnos que estábamos muy cansados, pero como no, no pude dormir casi nada.
Sábado, 31 de octubre de 2015
Hoy dormimos una hora más, por eso del cambio horario entre países, pero solo fue una hora más de sufrimiento continuo por no poder dormir, gracias ferry.
Con todo a las ocho estábamos en pie. Bajamos al buffet y me llené a cafeína para poder sobrevivir y llevar un poco mejor el día. Llegamos a Estocolmo a eso de las nueve y media. Montamos en el coche y me dejaron en una parada de autobús para cogerlo e ir hacia casa. Ya en casa estuve hablando con la familia sueca sobre el viaje y con mis amigos también, después cenamos y me metí en la cama para recuperar tantas horas de sueño perdidas estos dos días.
A pesar de no haber dormido casi nada y de tener los labios todos agrietados por el frío en Helsinki mereció mucho la pena. Helsinki es una ciudad preciosa, y tiene una esencia que cautiva mucho, así como sus habitantes. Y bueno el viaje en barco la verdad es que me lo pasé bastante bien o sea que no me puedo quejar de nada. Doy gracias a la familia de Amy por invitarme y se que algún día voy a volver a Helsinki, me he enamorado de la ciudad.