Jueves, 15 de octubre de 2015
Aún no acostumbrado a madrugar, me quedé dormido: me tenía que levantar a las cinco y media de la mañana. No desayuné, pero no me importó. Cogimos la bicicleta dirección la parada de bus (unos diez minutos a ritmo moderado) y cuando llegamos dejamos las bicicletas apoyadas contra el tronco de un árbol sin protección anti-robos (un candado). Una vez subidos en el autobús llegamos al cabo de una hora y cuarenta minutos al instituto, donde Katarina (profesora de español y persona que se encarga de llevar a cabo el intercambio desde Suecia) nos explicó varias cosas:
Para empezar nos hizo una visita guiada por el instituto, el cual es impresionante y mucho mejor organizado que el nuestro. Después de acabar la visita tuvimos reunión con el director del centro, que nos habló de lo contentos que estaban del intercambio con España. Para terminar en el instituto fuimos a presentarnos a las otras personas extranjeras que estaban de erasmus en el instituto, que eran dos: un italiano y una canadiense, que me tienen que perdonar pero no me acuerdo de sus nombres.
Al cabo de un rato tocó el viaje a Estocolmo. Una de las ciudades más bonitas que mis ojos hayan visto nunca, edificios altos y con un estilo clásico, las calles estrechas hechas para los carruajes de caballos y entre barrio y barrio un río o lago que hacen de Estocolmo una ciudad emblemática. La parte vieja de la ciudad (Gamla Stan) es una isla centrada en Estocolmo.
En Estocolmo se entregan los premios Nobels, y como corresponde fuimos a visitar el museo de estos premios, entre otras cosas, como el ayuntamiento donde se hace la cena de gala o el lugar donde se entregan dichos premios.
Después de visitar todos estos museos, volvimos al metro y despedimos a Lorena (una de las profesoras de inglés del instituto que nos acompañó para acomodarnos hasta Suecia), para coger el tren y llegar a Täby (donde está el instituto). Ya en Täby, cogimos un bus rojo dirección Rosllags Näsby, otro bus dirección Norrtälje, y el último dirección Galltrop (parada más cercana de la casa de mis correspondientes). Llegué ya entrada la noche (seis de la tarde), cené (seis y media de la tarde), hablé con mi familia y con mis amigos y me acosté.
Viernes, 16 de octubre de 2015
Gracias a quien sea el que lo puso así, no tuve que madrugar, sin embargo Hanna si. Hablando de Hanna... no se si la conoceis. Hanna es la persona Sueca que me tocó en el sorteo, es decir, que me alojo en su casa durante dos meses, y ella hará lo correspondiente en España. Su familia es encantadora, pero ya os hablaré de ella en otra entrada. Vamos a lo nuestro:
Por fin viernes, diría yo en España, pero aquí es diferente, al menos de momento. Como aún no tuve clase, aún no hay rutina por ninguna parte, por lo que todavía no me acostumbre a seguir los días de la semana como en España. Además tengo un poco de miedo porque ya no queda nada para el fin de semana y no se lo que haremos.
Hoy, como ya dije no tuve que madrugar (si se le puede llamar no madrugar a despertarse a las ocho de la mañana), y por alguna casualidad de la vida (probablemente por poner una alarma más potente) me desperté a la hora correcta. Desayuné, me duché, me arreglé y salí de casa a coger la bicicleta. En este momento empezaba mi viaje de una hora cuarenta minutos de todos los días.
Cuando llegué al instituto era un poco tarde, pero aun no había llegado Katarina, por lo que no pasó nada fuera de lo normal. Al cabo de unos minutos llegó, y nos fuimos mis compañeros españoles, ella y yo a hablar sobre algunos temas importantes a un aula.
Entre muchas otras cosas, hablamos de nuestros horarios a partir de ahora. Mi horario, en resumen, es un caos de clases y descansos repartidos por los días.
Al acabar de hablar con Katarina, volvimos a coger tren y metro hasta Estocolmo, pero en este viaje no fue tan impresionante como en el de el día anterior, ya que fuimos al museo de historia de Estocolmo. El museo no nos gustó tanto, al menos en el contenido, ya que lo pasamos muy bien haciendo el tonto (como de costumbre).
Estuvimos toda la tarde sueca en Estocolmo (desde las 12 a.m. hasta las 16 a.m.), y ya cuando era tarde cogimos nuestros correspondientes transportes públicos (en mi caso un metro, un tren y tres buses) y aquí ya por fin se termina el viernes.