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viernes, 4 de diciembre de 2015

CAPÍTULO XXII: repeticiones y mareos

Sábado, 28 de noviembre de 2015

El día no amaneció muy prometedor, y la verdad, que yo me lo estaba empezando a creer.
Yo ya sabía de antemano que tal vez me aburriera dado el hecho que íbamos a visitar Saúl, Antía, Irina y yo un par de museos que yo ya había visitado anteriormente.
De todas maneras me levanté y, como la noche anterior había planeado, hice el viaje en los buses sin ningún tipo de percance. 
Los museos fueron uno de "técnica", y otro sobre etnografía asiática. He de decir que me lo pasé como un niño en el primer museo, contradiciendome a mi mismo. Todo con amigos es más divertido. El segundo museo me pareció menos emocionante pero aún así me lo pase bien igual. Hicimos mucho el tonto y raro fue que no nos advirtieran alguno de los empleados de ambos museos que no podíamos seguir así. Ciertamente, me gustó haberme equivocado.

Domingo, 29 de noviembre de 2015

En todo fin de semana siempre tiene que haber un día en el que puedas dormir a tus anchan. En este, ese día fue hoy.
Me desperté tarde y desayuné lo que quise. Hoy me levanté con más alegría que el día anterior, dado que la familia que me acoge me dio la noticia que íbamos a ir en ferry a unas islas filipinas, donde ellos van a veranear. Salimos a eso de la una de la tarde hacia el puerto. Luego subimos al barco y este zarpó. El viaje fue un rollo. No cené casi nada porque el notable oleaje que hacía balancear el barco en todas direcciones me quitó completamente el apetito, a pesar de la buena pinta que tenía el buffet. En el barco me desilusioné un poco ya que me hizo recordar lo bien que me lo pasé con Saúl en nuestro viaje a Finlandia.
Al llegar a las islas el barco atracó y acto seguido volvió a zarpar, resulta que no nos íbamos a bajar en dichas islas, sino que fue una excusa para ir en ferry y comprar en un supermercado llamado "Tax Free" (más barato), que traduje yo como una buena excusa para coger un buen mareo. Aunque el viaje de vuelta fue un poco más llevadero pues el oleaje había amainado un poco, y pasamos el resto de este en el pub del ferry, donde personas unas pocas de personas mayores se pusieron a bailar al son de un piano. 




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